Llegué a Yale con la maleta cargada de ropa, de sueños por cumplir, de secretos que solo yo sabía, de objetivos por alcanzar y con un corazón roto por sanar. Pero ¿cómo iba a sanar mi corazón con él atormentándome, vigilándome, acechándome…? Tan cerca y a la vez tan lejos. Me iba a volver loca. Porque la única persona que necesitaba era la única de la que no me podía fiar, la única que no podía tener. Fraternidades, reglas, leyes, ritos, bailes, competiciones, fiestas, sexo, locura… Incluso en Yale había de todo. Sobre todo en Yale.