Cuatro hombres, que se dan a sí mismos el calificativo de «justos», acuerdan acabar con lavida del ministro de Asuntos Exteriores británico decidido a aprobar una ley que ellosconsideran inaceptable.Toda la policía londinense está al acecho, las normas de vigilancia son máximas. Rodeadopor un cinturón de seguridad, el ministro se encierra en una habitación inaccesible, pero aunasí el crimen se lleva a cabo…Al publicar la primera edición de esta novela, Edgar Wallace no publico la solución yofreció una generosa recompensa a quien supiera encontrarla. El reto sigue en pie: ¿como secometió el crimen, sin dejar huella alguna en una habitación totalmente aislada?