En un momento como el actual, en el que se pide, se exige incluso, una renovación de la política, que es principalmente una renovación moral, es interesante, y quizás incluso urgente, volver a los textos del principal culpable de que ética y política se piensen por separado. Se ha dicho, y con mucha razón, que El Príncipe fue escrito por los dedos del diablo, y cabe suponer que Maquiavelo se sonreiría al ver como nos rasgamos las vestiduras ante lo que a sus ojos no pasarían de inocentes gamberradas de adolescentes. Entonces, ¿tiene todavía este clásico algo que enseñarnos sobre nuestros políticos? ¿Puede el diablo ayudarnos a entender y mejorar nuestra política? Conservando el espíritu, el estilo y la estructura del texto original, este libro usa ejemplos modernos para situar nuestra realidad bajo la luz de verdades antiguas y de eterna actualidad.