«Los crímenes de la calle Morgue» es un relato de Edgar Allan Poe publicado por primera vez en 1841. Este relato es considerado uno de los primeros ejemplos de la literatura de detectives y establece muchos de los elementos que se convertirían en estándares del género. La historia introduce al personaje del C. Auguste Dupin, un detective amateur de gran ingenio, quien más tarde serviría de inspiración para futuros personajes detectivescos en la literatura, como Sherlock Holmes.
La historia comienza con el narrador, quien no es nombrado, reflexionando sobre la capacidad de análisis y la lógica. Pronto se convierte en amigo de Dupin, quien impresiona al narrador con su capacidad de deducción. Ambos viven juntos en un viejo caserón en París, llevando una vida de reclusión y dedicada a los libros y el estudio intelectual. Hacen vida por la noche, amantes de la oscuridad huyen de la luz solar y la gente, pero les gusta salir a pasear por la ciudad cuando cae la noche.
Un día, la ciudad se ve sacudida por un horrendo doble crimen en la calle Morgue. A Madame L’Espanaye y su hija, Mademoiselle Camille L’Espanaye, les arrebatan la vida brutalmente en su propia casa. La madre es encontrada con la cabeza cortada en el patio trasero, y la hija, sin vida, es hallada en la chimenea de su habitación. La puerta del apartamento estaba cerrada por dentro, lo que añade misterio al caso, pues no hay manera obvia en que el asesino podría haber escapado después del crimen.
Las autoridades están perplejas, y no hay explicaciones claras sobre cómo ocurrieron los asesinatos o quién podría ser el culpable.
los testimonios de los testigos juegan un papel crucial en el desarrollo de la historia y la solución del misterio. Los testigos, todos vecinos o transeúntes cercanos al lugar del crimen, aportan diferentes perspectivas que inicialmente parecen más confundir que aclarar la situación.
La policía entrevista a varios testigos que afirman haber escuchado dos voces provenientes del cuarto donde ocurrieron los asesinatos. Sin embargo, hay una notable discrepancia en sus testimonios respecto al idioma en que las voces estaban hablando, incluso algunos no pueden asegurar si la segunda voz se trata de una voz femenina:
El testigo francés asegura que oyó las voces disputando y está convencido de que no eran en francés. Cree que pudo haber sido inglés, pero no está seguro. El testigo inglés afirma que definitivamente las voces no estaban hablando inglés. Piensa que podría haber sido francés, pero su certeza no es completa. El testigo italiano también escuchó las voces, pero no cree que fueran en italiano. El testigo español testifica que las voces no estaban hablando en español. Los testigos holandés y alemán están seguros de que las voces no estaban hablando ni holandés ni alemán, respectivamente.
Estas declaraciones sobre el idioma de las voces son fundamentales porque introducen una considerable confusión y apuntan a la naturaleza extraña de uno de los perpetradores. Cada testigo está convencido de que las voces no estaban en su idioma nativo, pero todos a su vez aseguran que podría tratarse de otra lengua europea, lo que complica la tarea de la policía y enriquece el misterio.
Dupin se interesa en el caso y decide investigarlo por su cuenta, utilizando sus habilidades de deducción y análisis.
Dupin examina las evidencias y los testimonios. Sabe que varias personas de la vecindad afirmaron haber escuchado voces discutiendo en el apartamento, aunque no se ponen de acuerdo sobre el idioma que hablaban las voces; algunos dicen francés, otros inglés, español, y hasta italiano. Dupin observa que esta confusión podría ser clave para entender el caso.
El detective se centra también en la forma extraña y bárbara en que fueron cometidos los asesinatos, lo que sugiere que no fue un crimen pasional ni motivado por razones típicas como la venganza o la codicia. Además, la fuerza física requerida para ejecutar los asesinatos era extraordinaria.
Dupin resuelve el misterio demostrando que el asesino no era humano, sino un animal.
Dupin, al analizar los testimonios de los vecinos, concluye que la disparidad en las declaraciones es una pista clave para resolver el crimen. Argumenta que el sonido que cada testigo escuchó era de hecho no humano, sino emitido por un animal, lo que podría explicar por qué cada uno pensaba que era un idioma diferente. Esto lleva a Dupin a deducir que el asesino no era una persona, sino un animal capaz de emitir sonidos que podían ser confundidos con un lenguaje humano desarticulado, añadido a esto que el mechón de pelo encontrado en la escena del crimen tampoco es de naturaleza humana concluye que el autor del crimen es un orangután. Este análisis demuestra el ingenio de Dupin y cómo utiliza la lógica deductiva para llegar a una conclusión que la policía no había considerado.
¿Pero cómo entró y salió el orangután del edificio?
La manera en que el orangután consigue entrar y salir del edificio donde ocurren los hechos es crucial para entender cómo se desarrolla y resuelve el misterio. El relato detalla un escenario en el que las circunstancias extraordinarias de la entrada y salida del animal añaden una capa de complejidad al crimen.
Entrada del Orangután: El orangután entra al edificio a través de una ventana abierta. Este detalle es esencial, ya que la ventana da al tejado de una casa vecina, proporcionando así un acceso indirecto pero factible para un animal ágil y fuerte como un orangután. La ventana estaba equipada con contraventanas que, aunque estaban diseñadas para cerrarse de manera segura, se encontraban abiertas en el momento de los crímenes. Poe describe que el orangután, habiendo escapado de su cautiverio, utiliza su habilidad para trepar y su fuerza para abrirse camino a través de esta ventana, motivado por la curiosidad y posiblemente agitado por la confusión de estar en un entorno desconocido.
Salida del Orangután: Después de cometer los asesinatos en un estado de pánico y confusión, al intentar imitar afeitando a la víctima como había visto hacer a su amo, el orangután sale del apartamento por la misma ventana por la que entró. Al escuchar a gente subiendo las escaleras del edificio, presa del miedo, cierra las contraventanas de la ventana, lo cual hace con una fuerza considerable. Este acto accidentalmente asegura la ventana desde dentro, lo que contribuye a la confusión inicial de la policía y otros, ya que no podían entender cómo el asesino pudo haber escapado de un apartamento cerrado herméticamente desde dentro.
Explica que el animal escapó de su dueño, un marinero, debido a un nudo marinero que encontró en el edificio de los crímenes, tomó un cuchillo y, al intentar imitar lo que había visto hacer a su amo mientras se afeitaba, atacó a las mujeres. El animal intentó afeitar a la madre, lo que llevó a un forcejeo mortal.
Dupin pone un anuncio en el que dice que se ha encontrado a un orangitan extraviado y cita a su duelo, que deduce que aún está buscándolo para interrogarle. El marinero acude y confirma la historia de Dupin.
«Los crímenes de la calle Morgue» es una obra notable por su método de razonamiento deductivo y la forma en que Poe entrelaza tensión y terror con un enigma intelectual. Esta historia es fundamental en el género de detectives y muestra la fascinación de Poe por lo macabro y lo complejo de la naturaleza humana y, en este caso, de la naturaleza animal.
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