Resumen de El Polizón del Ulises de Ana María Matute

Resumen de El Polizón del Ulises de Ana María Matute.

«Esta es solo la historia de un muchachito que, un buen día, creció»

Una noche de mayo llaman a golpes a la puerta de tres hermanas solteras que viven juntas, para su sorpresa cuando abren la puerta se dan cuenta de que han dejado abandonado allí mismo a un niño dentro de una cesta, muy preocupadas acuden al alcalde para buscar a los padres de la criatura, pero al no encontrar ni rastro de ellos deciden adoptarlo.

Las hermanas heredaron las tierras de su padre y del que llaman el gran bisabuelo, son muy diferentes entre sí, cada una de ellas se dedica a diferentes cosas en su rutina diaria y así empezarán a pasar sus conocimientos al pequeño niño a la edad de nueve años, a quien llaman con cariño Jujú.

La primera hermana, la señorita Etelvina de cuarenta y siete años, ama leer sobre historia del imperio Romano, a los veinticinco años también empezó a escribir sus propias historias.

La segunda hermana, la señorita Leocadia de cuarenta años, es romántica, refinada y sentimental, toca el piano, es una excelente cocinera y tiene un precioso jardín junto al huerto de la casa.

La tercera hermana, la señorita Manuelita de treinta y siete años lleva la administración y la explotación de la finca.

De la tía Leocadia, así llamaba Jujú a las señoritas, aprendió buenos modales, baile, música, amor a los animales y a las flores. De la tía Etel y sus libros de aventuras y viajes aprendió sobre Ivanhoe, Ricardo corazón de León, Marcopolo y Barbaroja. Fue aquí cuando Jujú empezó a imaginar vivir sus propias aventuras en mundos lejanos.

Con la tía Manu Jujú trabajaba todo el día en las tareas de la finca. 

Jujú no tenía a otros niños cerca, por lo que no tenía amigos y estudiaba en casa, así que encontró allí a sus curiosos amigos, quienes eran:

Contramaestre: Un pequeño perro negro sin raza exacta.

Almirante Plum: Un hermoso y arrogante gallo.

Señorita Florentina: Un polluelo de perdiz.

A Jujú le encantaba pasar el tiempo en el desván, donde se encontraban los libros de viajes, mapas y cartas marítimas. Poco a poco Jujú convirtió el desván en su precioso navío, al que bautizó con el nombre de Ulises. Allí pasaba los ratos libres y los días de fiesta, acabó encontrando una doble pared a la que se accedía desde el desván y tras recorrer un pasadizo salía al exterior tras un arbusto. Había también un ventanal desde el que Jujú veía los campos y bosques e imaginaba que eran el amplio mar. A lo lejos se dejaba ver una prisión. 

Una noche de fiesta donde todos los vecinos celebraban la cacería de un lobo que acechaba el pueblo se dio alerta de la evasión de un preso, todos los vecinos tuvieron que parar las festividades y encerrarse en sus casas, con las puertas bien cerradas.

Pasó aquella noche y en sus tareas de recoger leña Jujú encontró al fugitivo en el cobertizo, el hombre amenazó con hacer daño a Contramaestre si no le traía Jujú comida. Jujú no dudó ni un momento en hacer lo que el fugitivo le pedía, no tardaron en llegar las autoridades buscando a aquel hombre y el niño decidió ayudarle, le revelo la localización del pasadizo y allí vivió el hombre durante días, convirtiéndose así en el polizón del Ulises, a las horas que todos descansaban el fugitivo salía del escondite al Ulises y conversaba con Jujú, llegaron a considerarse amigos, le contó que estaba allí por causas equivocadas y que era en realidad un marinero de mares lejanos, que quería volver al mar y a sus islas, planearon pues escapar juntos y vivir mil aventuras. El día planeado saldrían cada uno por un lado y se encontrarían a cierta hora en una cabaña abandonada en el bosque y de ahí partirían.

Llegado el gran día y con mucha pena por dejar solas y mayores a las tres señoritas Jujú salió de casa acompañado de Contramaestre y su caballo, llegó a la cabaña abandonada y se quedó dormido esperando a su amigo, despertó rato más tarde y se dio cuenta de que el hombre no había ido y la hora acordada había pasado, negándose a aceptar la traición se aventuro a alcanzar al hombre cruzando el embravecido río, casi cuando estaba a punto de ahogarse el fugitivo lo escuchó desde la otra orilla y corrió a salvarle la vida. Pensaba el polizón dejarle allí tirado, medio congelado, pero no pudo, cogió al niño, al caballo y al perro y los llevó de nuevo a la casa de las tres señoritas. 

Cuando Jujú despertó días después le contaron que aquel buen hombre le había salvado la vida, y le había dejado una carta, cuando Jujú la leyó pudo ver que aquel hombre le confesaba que en realidad no era un marinero y que se lo había inventado todo, era solo un ladrón pero los días en el Ulises habían sido los mejores de su vida.

Tras aquellos hechos Jujú de repente creció, se convirtió en un hombre y volvió a sus labores en la finca, nunca más volvió a pensar en navegar los mares y en tierras lejanas.

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