Resumen El Cantar del Mio Cid – El cantar de las bodas de las hijas del Cid

El cantar de las bodas de las hijas del Cid.

El Cid deja Zaragoza y conquista las tierras de Jérica, Onda, Almenara y Burriana hasta llegar a Murviedro.

Los de Valencia preocupados avanzan hasta Murviedro. Hay una nueva batalla entre musulmanes y cristianos, el Cid y sus hombres ganan esta batalla llegando hasta Cullera Játiva y Denia, tres años tarda el Cid en ganar todas las tierras de Valencia, menos la ciudad misma. Más hombres se unieron al Cid y asediaron Valencia durante nueve meses, finalmente la ciudad fue entregada al Cid y a sus hombres. 

La noticia de la caída de Valencia llegó hasta el rey de Sevilla quien fue con sus hombres a atacar al Cid en Valencia, batalla que también ganó Rodrigo Díaz de Vivar.

El Cid empezó a ser conocido por su larga barba pues en su día dijo que por amor al rey que le había echado de su tierra no se la volvería a cortar.

Estas últimas batallas le dieron grandes riquezas que compartió con sus hombres además a todos les dio casas y propiedades en Valencia.

El Cid manda al rey Alfonso cien caballos y a cambio le pide que deje libre a su mujer y sus hijas para que acudan con él a las tierras que acaba de conquistar. Minaya parte pues con estas indicaciones llevando además mil marcos de plata para el abad don Sancho.

De Francia llega el obispo don Jerónimo queriendo ayudar al Cid Rodrigo entendiendo que Dios les quiere ayudar el Campeador forma en tierras de Valencia un obispado y se lo da al cristiano.

Minaya encuentra al rey Alfonso en Carrión y le cuenta todas las batallas que ha ganado el Cid y le entrega los regalos que este le manda.

El rey Alfonso acepta los regalos y devuelve las propiedades a los seguidores del Cid. Los infantes de Carrión que estaban allí pensaron que sería buena idea casarse con las hijas de este. 

Minaya va a San Pedro a recoger a doña Jimena y a las hijas del Cid con cien en hombres llegó y sesenta y cinco más se unieron. Las damas fueron recibidas en Valencia con grandes honores. 

Las noticias llegaron a Yusuf, rey de Marruecos, quién zarpó desde allí con un ejército de cincuenta mil hombres hasta Valencia.

Salieron a la batalla el Cid sobre su caballo Babieca acompañado de cuatro mil hombres mientras Minaya atacaba por el otro lado, contaron pues con una victoria más.

El Cid y sus hombres consiguen derrotar al rey Yusuf. Rodrigo Díaz vuelve a entrar en Valencia y se reúne con su mujer y sus hijas, planea casar a las damas de Doña Jimena con sus vasallos.

Minaya estaba en el campo revisando las tiendas llenas de armas y ropa lujosa que habían dejado los hombres del rey de Marruecos, al entrar en la tienda del Rey vieron que era muy lujosa y deciden mandársela al rey Alfonso para confirmar las victorias del Cid Campeador.

Minaya y Bermúdez parten en busca del rey Alfonso con una ofrenda de doscientos caballos que manda el Cid.

Los infantes de Carrión comentan entre sí que casarse con las hijas del Cid podría hacerles prosperar así pues van a hablar con el rey Alfonso y le dicen que quieren casarse con las hijas del Cid, después de pensarlo el rey llama a Minaya y a Pedro Bermúdez y les dice que acudan a hablar con el Campeador para decirle que le perdona y que Diego y Fernando, los infantes de Carrión, quieren casarse con sus dos hijas. 

A Rodrigo no le agrada demasiado el casamiento de sus hijas con los infantes de Carrión pero como forman parte de la Corte y se lo recomienda el rey Alfonso accede a que sus dos hijas se casen con Diego y Fernando.

El encuentro del Cid y el rey Alfonso se haría junto al río Tajo. En el encuentro Rodrigo Díaz baja del caballo y se arrodilla a los pies del rey Alfonso este le pide que le bese las manos y con este gesto le otorga su perdón.

El rey Alfonso pide casar a las hijas del Cid doña Elvira y doña Sol con los infantes de Carrión y el Cid acepta.

Los infantes de Carrión marchan a Valencia junto al Cid. Cuando el Cid llega a Valencia y se reúne con su mujer y sus hijas da la noticia a estas de la futura boda. Quince días duraron las bodas. Y allí vivieron los infantes dos años.

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