Relato, de hadas y poetisas. Este relato lo inspiró una de las chicas del taller de escritura en el que participo desde hace dos años, ella es Ana nuestra poetisa y a ella va dedicado.

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No me lo podía creer, no podía ser cierto. Ana la poetisa había bajado de su escondite en los bosques, dejando atrás los pinos y alcornoques que poblaban la montaña, siguiendo el camino que las luciérnagas alumbraban, desde el frío lago semicongelado. Envuelta en un vestido de seda blanco, entre la niebla, llegando para contar con su voz los quejidos del bosque, así contó en verso la pena de cada rama, de cada flor y de cada arbusto, fue breve e intensa, pronto regresó al bosque, para cuidar de él en su lago helado.

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